¿Qué nos dicen las modernas corrientes científicas sobre el origen de la Vida?

El origen de la vida ha sido un enigma que ha intrigado desde siempre a los científicos. Las explicaciones dadas han sido muchas, desde un origen sobrenatural y teológico a explicaciones puramente mecanicistas.Probablemente la respuesta esté muy distante de ambos extremos.

Para un científico, un dios que con el agitar de su dedo permitiera el inicio de este curioso prodigio que llamamos vida no es una explicación plausible. Y parece que aquella idea de Monod (“…por fin sabemos que el hombre se encuentra totalmente solo en el Universo”) fruto de una visión casuística del fenómeno también está siendo abandonada por un amplio abanico de investigadores.

Hoy en día se sabe que los compuestos orgánicos son extremadamente abundantes en el universo que nos rodea. Han sido detectados en las nebulosas, y continuamente nos llueven meteoritos, de origen planetario o no, con trazas de dichos compuestos. Se han hecho famosos los hidrocarburos aromáticos policíclicos, moléculas complejas que, utilizando la facilidad del carbono para formar a modo de rosarios moleculares, conforman polímeros más o menos enrevesados, y que no son raros en el material extraterrestre que nos llueve cada año sobre la Tierra (que no es poco: cerca de 4’5 Tm en total de polvo cósmico más o menos grueso, con algún pedrusco de vez en cuando).

Otra cuestión es el origen del estos compuestos. ¿Son de origen orgánico, o más bien abiológicos? De todas maneras, su presencia ha revelado algo muy importante: las reacciones bioquímicas más simples capaces de generar moléculas presentes y necesarias en los seres vivos se dan con demasiada facilidad… tanto, que parecen ser universales.

La naturaleza del hielo cósmico, las propiedades de los cometas, las características de distintos materiales exoterráqueos han brindado multitud de hipótesis sobre cómo ello es posible.

No obstante, no es que la presencia de aminoácidos indique la síntesis de material orgánico replicativo (ADN ó ARN) y director de metabolismo. Pero la ubicua presencia de estas moléculas carbonadas ha desempolvado la vieja teoría de la Panspermia.

No todos, al hablar de panspermia, piensan que el origen de la vida se sitúe en otro planeta, como ya aventuraran Arrhenius o el propio Lord Kelvin hace siglos. De todas formas, trasladar el origen a otro sitio no explica, para nada, dicho origen.

Pero que el inventario de los ladrillos de la vida se incremente de día en día, cada vez que los telescopios enfocan una nueva región del Universo apunta a una reflexión mucho más seria: ¿y si el Universo estuviera preparado para la Vida?

Si algún día, y esto es una hipótesis, se descubriese vida en algún lugar remoto (o cercano, como Marte), sin ningún género de dudas, la soledad de Monod sería reemplazada por la idea de un Cosmos amigable para la Vida. El fenómeno de la Vida ya no sería una excepción, sino la regla.

Un Universo predestinado a la Vida (no encuentro una palabra mejor para describirlo) incluye una visión teleológica de la que la Biología parecía haber escapado. De hecho, los biólogos se sienten incómodos con esa idea.

Los físicos no.

Ellos saben desde hace más tiempo (no en vano es la Ciencia como tal más antigua en Occidente) que la Naturaleza sigue inclinaciones determinadas en sus respuestas a los fenómenos. Y no llaman a eso teleología. A lo más, se revelan contra esta certeza (Einstein dijo que Dios no juega a los dados con el Universo).

Claro que un Universo dispuesto para la Vida nos trae a la mente una imagen inquietante. Porque si ello fuera cierto, si el Universo está preparado para la aparición de la Vida… presuponer que también lo está para las formas vivas inteligentes se queda sólo a un paso.

¿Un Universo predestinado para la Inteligencia y la Conciencia…? Ya les dije que era una imagen inquietante… Preguntarse por el Origen de la Vida es, en definitiva hacerse La pregunta.

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