Cuentan que al filósofo griego Sócrates (470 a.C.), se le veía contínuamente paseando por el mercado principal de la ciudad de Atenas.
Un día, uno de sus discípulos le preguntó: "Maestro, hemos aprendido con usted que todo sabio lleva una vida simple. Pero usted no tiene ni siquiera un par de zapatos".
El discípulo continuó: "Sin embargo, todos los días lo vemos en el mercado principal, admirando las mercancías. ¿Podríamos juntar algún dinero para que pueda comprarse algo?"
"Tengo todo lo que deseo -respondió Sócrates-, pero me encanta ir al mercado para descubrir que sigo siendo completamente feliz sin todo ese montón de cosas".